Es la palabra que más me han repetido a lo largo de todos estos años. Me caracteriza la valentía a la hora de afrontar retos y dificultades. Y sobre todo para superar el miedo que en infinidad de ocasiones he sentido. Mi estrategia al respecto siempre ha sido coger de la mano al miedo y decirle “¿vamos?”
Nunca he permitido que el miedo me impidiera hacer las cosas que sentía que tenía que hacer. “Quién dijo miedo”.

En esta vida sólo existen los límites que te imponga tu propia mente. Así que lo mejor es empezar diciendo “sí puedo” y a partir de ahí empezar a caminar, con tesón y empeño. De esta forma es como he conseguido todo lo que soy, todo lo que tengo.

“PONERME EN LOS ZAPATOS DEL OTRO”
Siempre me ha sido fácil congeniar con los sentimientos de la persona que tengo delante, sobre todo si la experiencia que está viviendo es similar a las cosas que yo he vivido. Desde ahí puedo acompañar mejor mi trabajo y que la clienta obtenga resultados satisfactorios para su proceso vital.

Necesito saber que todo lo que hago tiene el componente de honradez. Es un constante trabajo interior entre esa parte de mi que dice “vaaa es igual, tu sólo mira por ti…” y esa parte de mi que dice “si gano yo, ganamos todas”. Me gusta saber que soy una pieza más en el sistema y que si yo irradio luz, la comparto y difundo a mi entorno.

Este aspecto no nació conmigo, ya que fui una niña triste y enfadada. Pero la vida me ha ido regalando momentos de felicidad, oportunidades para sonreír y ser feliz. Esto ha hecho que la alegría haya ido creciendo en mi hasta el punto en que mi estado natural haya pasado del enfado a la alegría de manera permanente, gracias también a mi trabajo interior y proceso terapéutico.